lunes, 2 de abril de 2012

"Pongamos que hablo de Jerez"

"Pongamos que hablo de Jerez": artículo de Raúl Ruiz Berdejo, presidente del Comité de empresa de ONDA JEREZ RTV en cronicadisidente.wordpress.com

Pongamos que hablo de Jerez

Vivo en una ciudad sin autobuses en la que los trabajadores del transporte urbano y rural acumulan meses de huelga como consecuencia del impago de sus salarios y acuden todas las mañanas al ayuntamiento con una banda de tambores en señal de protesta… Una ciudad que lleva meses a oscuras por la falta de cobro de los trabajadores del alumbrado público… Una ciudad en la que las trabajadores del servicio de ayuda a domicilio, tras meses de huelga, se mantienen acampadas frente a la puerta del Ayuntamiento, después de haber probado a reivindicar sus salarios con cortes de carreteras, manifestaciones y encierros… Una ciudad en la que las limpiadoras de los colegios y las dependencias municipales están, un mes sí y otro no, protestando por no cobrar sus salarios y que sólo cobraron una nómina cuando, habiéndose cerrado colegios por efecto de la huelga, llegaron las elecciones autonómicas y hubo que limpiarlos para elegir a los políticos… Una ciudad en la que los trabajadores del Ayuntamiento y las empresas municipales acumulan casi tres meses de retraso en el cobro de sus salarios y se concentran a diario frente al consistorio, entre otras muchas medidas… Una ciudad en la que los trabajadores de la radio-televisión pública, y el resto de trabajadores municipales, trabajan bajo la amenaza de un ERE y bajo un concurso de acreedores… Una ciudad con poco más de doscientos mil habitantes que acumula la friolera de treinta y cuatro mil parados, muchos de los cuales no reciben ningún tiempo de prestación… Una ciudad que vive instalada en la depresión derivada por la falta de soluciones y, lo que es más grave, de un plan que pueda permitirle recuperar la sonrisa.
Hace poco menos de un año, cuando la situación no era ni la décima parte de lo grave que es ahora, los actuales gestores del Ayuntamiento de mi ciudad, entonces en la oposición, hablaban con los trabajadores, en conflicto muchos de ellos por retrasos de apenas algunas semanas en el cobro de sus salarios, y les prometían soluciones inmediatas… Alentaban protestas contra quienes dirigían entonces la ciudad con la esperanza de unas soluciones que llegarían en cuanto ellos tomasen el relevo al mando del Ayuntamiento… Prometían a los ciudadanos inmediatas mejoras en los servicios públicos y medidas que ayudarían a paliar la lacra del desempleo…
Mi ciudad creyó esas promesas y votó mayoritariamente a quienes prometían la vuelta a la normalidad. A pesar de que no hubieran planteado una sola propuesta para ayudar a evitar la deriva de la ciudad durante sus años en la oposición. Creyó en sus compromisos… Creyó en sus soluciones… Creyó y confío en un nuevo gobierno que hablaba de diálogo, de sentido común y de medidas consensuadas… Sin embargo, ha bastado menos de un año para comprobar que, lejos de tener soluciones, aquellos en quienes depositó su confianza carecen de receta alguna para paliar el mal que sufre esta castigada ciudad. Y, en vez de buscar el diálogo y el sentido común prometidos, se han instalado en el manido discurso de la herencia recibida para sacudirse cualquier responsabilidad, empezando a aplicar medidas que no conducen a nada sin molestarse en escuchar ni a la ciudadanía, ni a los sindicatos, ni a la oposición…
Estoy tan seguro de que las medidas necesarias para sacar a esta ciudad del abismo no están exentas de sacrificios como de que la extrema gravedad de la situación requiere de diálogo, de consenso, de la ayuda de todos los agentes sociales y de la audacia necesaria para que la manera de sofocar este incendio no sean equivalentes a volcar un bote de gasolina en el mismo. No en vano, y aunque quienes dirigen esta ciudad se nieguen a verlo, toda medida que no cuente con el consenso de la ciudadanía y sus distintos órganos de representación política, sindical, laboral o vecinal estará condenada al fracaso. ¿O acaso alguien cree que la solución pasa por deteriorar los servicios públicos que se prestan a los ciudadanos? ¿O por despedir a trabajadores?
En Jerez no es prescindible ningún puesto de trabajo porque lo imprescindible es reducir la alarmante cifra de parados. Y medidas como las aplicadas hasta la fecha no hacen más que reducir el consumo, lo que castigará indirectamente a las empresas de nuestra ciudad, traduciéndose en un lógico incremento de la tasa de desempleo que agravará los males actuales que sufre esta ciudad. Las soluciones son otras, menos traumáticas y más efectivas. Claro que para encontrarlas será necesaria una predisposición de la que ahora carecen quienes ostentan el bastón de mando municipal. Sólo espero que aún no sea demasiado tarde para que abandonen el camino de la imposición y recorran el camino del diálogo. La travesía que les aguarda está llena de obstáculos que no podrán superar sin ayuda.

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